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Vanina Pikholc · Integrante de Graves y Agudas | Notas, 2015-08-28
http://notas.org.ar/2015/08/28/urbanismo-genero-sujetos-construye-ciudad/
Un cartel en la estación de ómnibus de Montevideo llama positivamente
la atención. El baño de hombres tiene cambiador de bebés. La
visibilización, para una pequeña porción de la población uruguaya, de
que los varones tienen permiso para evadir uno de los ejes del modelo de
masculinidad hegemónica, ese que los aleja “por naturaleza” de caca y
pañales, es una oportunidad de celebración y reflexión.
Pero también es una ocasión más para mirar y tratar de entender el porqué y el cómo de cada objeto o estructura que nos rodea. Sin embargo, nuestra subjetividad se construye a partir de ese alrededor, en un ida y vuelta con miles de significados que el espacio público, generizado de lucha por la representación, dibuja delante de los ojos y que casi nunca vemos. Eso, no hay que ser feminista para saberlo.
En el programa radial “Graves y Agudas de Radio Sur FM 88.3” nos preguntamos qué tipo de significados construye y nos enseña lo urbano sobre las mujeres. Martha Alonso, presidenta de la Asociación de Mujeres Arquitectas e Ingenieras (AMAI) y especialista Superior en Género y Políticas Públicas, afirmó al respecto que “el espacio público es mayoritariamente un territorio de dominio masculino, donde se libra una fuerte batalla por la representación y la identidad y también en lo cotidiano por el uso”.
“Hace 200 años -explicó- cuando se pensaron las ciudades, se pensaron en función del capitalismo, que había incorporado al ciudadano varón (blanco, heterosexual, educado)”. “Para nosotras, las mujeres, y para otros colectivos diversos, la ciudad no responde a nuestras necesidades. Por eso la ciudad es un espacio de permanente conflicto”, introdujo Alonso.
- ¿En qué lugares se evidencia la masculinización del espacio público?
– Por ejemplo, en el transporte. Las mujeres tenemos una doble y triple jornada, andamos en zig zag por la ciudad. Los varones, por lo general, tienen una trayectoria más lineal. Nosotras salimos de casa, hacemos compras, ubicamos a nuestrxs hijos e hijas… por nuestras responsabilidades en el hogar, en el cuidado. En estadísticas mundiales sólo el 12% de los varones se ocupa de los labores domésticos de cuidado. Por lo que ellos tienen trayectos más lineales, sólo trabajan y quizás hacen un deporte alguna vez a la semana.
Por eso hay que hacer muchas cosas en la ciudad para empezar a contemplar nuestras necesidades. Las mujeres no disfrutamos del espacio público, por ejemplo de las plazas… porque por lo general estamos cuidando a los chicos, jamás practicamos deporte, sólo en Palermo. Cuando vemos gente jugando a deportes en las plazas, generalmente son hombres.
- ¿Cómo es que surge la necesidad de crear AMAI?
– Las mujeres tenemos una visión distinta de la ciudad, las necesidades, la arquitectura. Hoy casi toda la construcción arquitectónica del mundo está en manos de varones. Y las necesidades de las mujeres no son contempladas. Hay muchas mujeres que han aportado conocimiento a la historia de la arquitectura y hoy están invisibilizadas.
- ¿Es un gremio masculinizado el de la arquitectura y la ingeniería?
– Sí, es profundamente masculino.
- ¿Y cuáles son las resistencias que se han encontrado ustedes?
– En gran parte son de mujeres que no se sienten interpeladas por esta situación, no se dan cuenta. Piensan: “Pero si yo nunca tuve problemas con este tema”, “jamás me han discriminado”. Son mujeres con enorme trabajo. Pero nosotras sí nos sentimos interpeladas y por eso seguimos trabajando en el tema.
- ¿Cómo sería un espacio público diferente, pensado para las mujeres?
– Hay que cambiar esta arquitectura urbana pensada en función de los negocios. Las ciudades tienen que ser más amables, con más espacio público manejado por los vecinos, condiciones de habitabilidad más sanas, menos oprobiosas para la ciudadanía. También es un tema el uso del tiempo: hoy en día la gente debe desplazarse tres horas desde el conurbano para trabajar ocho en la capital, es un desatino.
- Hacia el interior del diseño de lo privado, lo doméstico, ¿también debería repensarse en función de las diferencias de género?
– Había un gran arquitecto, Walter Gropius, que decía que la vivienda debía tener un dormitorio para cada adulto. Yo creo que si tomás en cuenta las necesidades de las mujeres, si les preguntás cómo quieren diseñada su vivienda, seguramente sería diferente a la que tienen actualmente. Pienso, por ejemplo, en Virginia Woolf, que bregaba por “un cuarto propio” para las mujeres, y se me ocurre cuán diferente sería la vida de muchas de nosotras, mujeres adultas, si fuera obligatorio que cada vivienda tuviera al menos un pequeño espacio exclusivamente para cada una de nosotras y a nuestro gusto. No quiero imaginar lo que opinaría el “mercado”.
Para la reformulación de los espacios públicos, se debe también entender a estos como “creadores de género”, como los define Paul B. Preciado, filósofo feminista, referente de la teoría Queer y autor de “Manifiesto Contrasexual”. Los espacios públicos no sólo reproducen nuestras relaciones de género sino que construyen género. Y nos obligan a habitarlos bajo sus propias reglas, pues son lugares constitutivos de nuestra pertenencia ciudadana. ¿Será esta la hora de la de-construcción?
Pero también es una ocasión más para mirar y tratar de entender el porqué y el cómo de cada objeto o estructura que nos rodea. Sin embargo, nuestra subjetividad se construye a partir de ese alrededor, en un ida y vuelta con miles de significados que el espacio público, generizado de lucha por la representación, dibuja delante de los ojos y que casi nunca vemos. Eso, no hay que ser feminista para saberlo.
En el programa radial “Graves y Agudas de Radio Sur FM 88.3” nos preguntamos qué tipo de significados construye y nos enseña lo urbano sobre las mujeres. Martha Alonso, presidenta de la Asociación de Mujeres Arquitectas e Ingenieras (AMAI) y especialista Superior en Género y Políticas Públicas, afirmó al respecto que “el espacio público es mayoritariamente un territorio de dominio masculino, donde se libra una fuerte batalla por la representación y la identidad y también en lo cotidiano por el uso”.
“Hace 200 años -explicó- cuando se pensaron las ciudades, se pensaron en función del capitalismo, que había incorporado al ciudadano varón (blanco, heterosexual, educado)”. “Para nosotras, las mujeres, y para otros colectivos diversos, la ciudad no responde a nuestras necesidades. Por eso la ciudad es un espacio de permanente conflicto”, introdujo Alonso.
- ¿En qué lugares se evidencia la masculinización del espacio público?
– Por ejemplo, en el transporte. Las mujeres tenemos una doble y triple jornada, andamos en zig zag por la ciudad. Los varones, por lo general, tienen una trayectoria más lineal. Nosotras salimos de casa, hacemos compras, ubicamos a nuestrxs hijos e hijas… por nuestras responsabilidades en el hogar, en el cuidado. En estadísticas mundiales sólo el 12% de los varones se ocupa de los labores domésticos de cuidado. Por lo que ellos tienen trayectos más lineales, sólo trabajan y quizás hacen un deporte alguna vez a la semana.
Por eso hay que hacer muchas cosas en la ciudad para empezar a contemplar nuestras necesidades. Las mujeres no disfrutamos del espacio público, por ejemplo de las plazas… porque por lo general estamos cuidando a los chicos, jamás practicamos deporte, sólo en Palermo. Cuando vemos gente jugando a deportes en las plazas, generalmente son hombres.
- ¿Cómo es que surge la necesidad de crear AMAI?
– Las mujeres tenemos una visión distinta de la ciudad, las necesidades, la arquitectura. Hoy casi toda la construcción arquitectónica del mundo está en manos de varones. Y las necesidades de las mujeres no son contempladas. Hay muchas mujeres que han aportado conocimiento a la historia de la arquitectura y hoy están invisibilizadas.
- ¿Es un gremio masculinizado el de la arquitectura y la ingeniería?
– Sí, es profundamente masculino.
- ¿Y cuáles son las resistencias que se han encontrado ustedes?
– En gran parte son de mujeres que no se sienten interpeladas por esta situación, no se dan cuenta. Piensan: “Pero si yo nunca tuve problemas con este tema”, “jamás me han discriminado”. Son mujeres con enorme trabajo. Pero nosotras sí nos sentimos interpeladas y por eso seguimos trabajando en el tema.
- ¿Cómo sería un espacio público diferente, pensado para las mujeres?
– Hay que cambiar esta arquitectura urbana pensada en función de los negocios. Las ciudades tienen que ser más amables, con más espacio público manejado por los vecinos, condiciones de habitabilidad más sanas, menos oprobiosas para la ciudadanía. También es un tema el uso del tiempo: hoy en día la gente debe desplazarse tres horas desde el conurbano para trabajar ocho en la capital, es un desatino.
- Hacia el interior del diseño de lo privado, lo doméstico, ¿también debería repensarse en función de las diferencias de género?
– Había un gran arquitecto, Walter Gropius, que decía que la vivienda debía tener un dormitorio para cada adulto. Yo creo que si tomás en cuenta las necesidades de las mujeres, si les preguntás cómo quieren diseñada su vivienda, seguramente sería diferente a la que tienen actualmente. Pienso, por ejemplo, en Virginia Woolf, que bregaba por “un cuarto propio” para las mujeres, y se me ocurre cuán diferente sería la vida de muchas de nosotras, mujeres adultas, si fuera obligatorio que cada vivienda tuviera al menos un pequeño espacio exclusivamente para cada una de nosotras y a nuestro gusto. No quiero imaginar lo que opinaría el “mercado”.
Para la reformulación de los espacios públicos, se debe también entender a estos como “creadores de género”, como los define Paul B. Preciado, filósofo feminista, referente de la teoría Queer y autor de “Manifiesto Contrasexual”. Los espacios públicos no sólo reproducen nuestras relaciones de género sino que construyen género. Y nos obligan a habitarlos bajo sus propias reglas, pues son lugares constitutivos de nuestra pertenencia ciudadana. ¿Será esta la hora de la de-construcción?