Gustavo Gili, Barcelona : 2014
176 p. : il. col.
Nº monográfico de: “2G : revista internacional de arquitectura = international architecture magazine", n. 69 (2014)
Texto en español e inglés
ISBN 9788425227035
Productora (Estudio de arquitectos)
Arquitectura – Siglo XXI – México
UPV/EHU · DISPONIBLE EN E-LIBRO
http://millennium.ehu.es/record=b1668758~S1*spi
“Productora”
es un joven estudio de arquitectura con sede en Ciudad de México
formado por arquitectos de diferentes nacionalidades: el argentino Abel
Perles, el belga Wonne Ickx y los mexicanos Carlos Bedoya y Víctor
Jaime. A pocos años de su fundación en 2006, el estudio impulsó, junto a
la comisaria Ruth Estévez, la apertura de “LIGA. Espacio para
Arquitectura”, un espacio de promoción e intercambio de ideas sobre
arquitectura contemporánea a través de exposiciones, conferencias y
talleres. Con una trayectoria singular en el contexto mexicano, la obra
de “Productora” entronca con corrientes internacionales sin perder de
vista las tradiciones locales. El estudio ha desarrollado una gran
variedad de proyectos en México y en el extranjero, desde obras
residenciales hasta edificios públicos o corporativos. En 2008 fueron
seleccionados para participar en el proyecto Ordos100, una iniciativa
comisariada por Ai Weiwei y Herzog & de Meuron. Además de ganar
diversos concursos nacionales e internacionales, su obra ha sido
reconocida por los premios Young Architects Forum (2007) y Emerging
Voices (2013), ambos convocados por la Architectural League de Nueva
York. Este número de la 2G es la primera monografía que recoge toda la
trayectoria del estudio mexicano. La publicación cuenta además con tres
textos introductorios a su obra, escritos por el arquitecto español
Jesús Vassallo, Kersten Geers (del estudio belga Office Kersten Geers
David Van Severen) y Mark Lee (del estudio californiano Jonhston
Marklee) y una entrevista acerca del proyecto LIGA que Mario Ballesteros
mantuvo con el estudio mexicano.
Bárbaros abstractos / Jesús Vassallo
Extracto de la introducción
En un artículo escrito en 2005, Luis Moreno Mansilla describía su fascinación por el teatro de sombras chinescas, un espectáculo que había llegado a contemplar como metáfora de ciertos desarrollos en el campo de la arquitectura. En su texto, Mansilla describía un pequeño teatro del tamaño de una habitación, donde una escena de la naturaleza estaba siendo interpretada con figuras de animales, presionadas contra un lienzo, que daban como resultado una cautivadora ilusión de vida en movimiento. Moreno Mansilla no pudo contenerse; corrió hasta detrás de la pantalla para ver cuál era el mecanismo oculto y quedó sorprendido al comprobar que el teatro lo operaban tan solo tres hombres con apenas unas varillas, unos sedales y unos recortes de cartón. Los hombres parecían estar ausentes, fundidos con sus personajes en una identificación total de la vida y su representación.
Moreno Mansilla utilizaba la metáfora del teatro de sombras para identificar una tendencia en arquitectura que privilegia las superficies y sus efectos por encima de cualquier otra consideración, dejando a la disciplina, por tanto, privada de su capacidad de operar a un nivel intelectual y crítico. Nosotros añadimos, además, que dicho fenómeno está ligado a una negación del valor de la representación en el proyecto de arquitectura, un movimiento según el cual toda la energía se dirige hacia la atmósfera generada por el objeto edificado en el mundo, en un desplazamiento que busca acercar arquitectura y naturaleza. Esta caracterización resulta útil hoy, pues reconoce cierto ilusionismo primitivo en nuestra fascinación contemporánea por la materialidad, al tiempo que descubre los andamiajes y los mecanismos necesarios para presentar ante el espectador dicha experiencia hipnótica.
Hoy, casi diez años después del ensayo de Moreno Mansilla, presenciamos la emergencia de una nueva arquitectura a nivel global que insiste en interpelar al espectador de forma urgente con su materialidad, sin por ello renunciar a ser una construcción intelectual completa. Creemos que esto se consigue reivindicando la autonomía y el peso específico de la representación en el proyecto de arquitectura, y al mismo tiempo ignorando intencionadamente su relación tradicional con el objeto construido.
Es, sin duda, de rigor tratar este tema precisamente en estas páginas. En los últimos años, la revista 2G ha sido responsable de delimitar y dar visibilidad a esta tendencia emergente. Ejemplo de ello son las recientes monografías de architecten de vylder vinck taillieu, OFFICE Kersten Geers David Van Severen, o Pezo von Ellrichshausen, todos ellos activamente implicados en una conflagración del concepto de abstracción con un cierto realismo contemporáneo. Dentro de este grupo, PRODUCTORA ocupa una posición que es simultáneamente central y periférica: por un lado, sus proyectos son sin duda los más claros y directos al materializar estas ideas, mientras que, por otro, son también los menos ideológicos y premeditados. Aun así, incluso en el caso de PRODUCTORA, la estrategia utilizada es, sin duda, subversiva, ya que depende de un observador cultivado con una serie de ideas preconcebidas sobre los diferentes papeles de la representación y la construcción en arquitectura para ejercer su efecto desestabilizador.
Partimos de una suposición: que la representación y la construcción operan a diferentes niveles, o al menos, que los arquitectos las utilizan para avanzar distintos aspectos de su proyecto. De hecho, podríamos decir que los arquitectos han respondido a esta división de tareas de dos maneras especialmente agudas. Existe, por un lado, un arquitecto a quien solo le importa el progreso de la disciplina, derrocar paradigmas anteriores y sustituirlos por otros nuevos. Para él, la representación es un arma poderosa que le permite generar y diseminar ideas rápidamente, influenciando la forma en que otros arquitectos piensan y, en última instancia, en el discurso de la profesión. Para este tipo de arquitecto, la construcción solo puede ser un desencanto, una operación en la que no tiene nada que ganar y todo que perder.
Existe, sin embargo, un segundo tipo de arquitecto para quien la disciplina de la arquitectura es casi inmutable: apenas absorbe el cambio a través de su perímetro a un ritmo muy lento. Para este tipo de arquitecto, cada proyecto construido es una oportunidad para revisitar y reformular una serie de valores centrales que se mantienen constantes. Lógicamente, para este arquitecto, el encuentro físico con la obra es la única manera válida de experimentar la arquitectura, y la representación es tan solo un paso intermedio que puede ser prácticamente descartado una vez que la obra se ha erigido. [...]
Bárbaros abstractos / Jesús Vassallo
Extracto de la introducción
En un artículo escrito en 2005, Luis Moreno Mansilla describía su fascinación por el teatro de sombras chinescas, un espectáculo que había llegado a contemplar como metáfora de ciertos desarrollos en el campo de la arquitectura. En su texto, Mansilla describía un pequeño teatro del tamaño de una habitación, donde una escena de la naturaleza estaba siendo interpretada con figuras de animales, presionadas contra un lienzo, que daban como resultado una cautivadora ilusión de vida en movimiento. Moreno Mansilla no pudo contenerse; corrió hasta detrás de la pantalla para ver cuál era el mecanismo oculto y quedó sorprendido al comprobar que el teatro lo operaban tan solo tres hombres con apenas unas varillas, unos sedales y unos recortes de cartón. Los hombres parecían estar ausentes, fundidos con sus personajes en una identificación total de la vida y su representación.
Moreno Mansilla utilizaba la metáfora del teatro de sombras para identificar una tendencia en arquitectura que privilegia las superficies y sus efectos por encima de cualquier otra consideración, dejando a la disciplina, por tanto, privada de su capacidad de operar a un nivel intelectual y crítico. Nosotros añadimos, además, que dicho fenómeno está ligado a una negación del valor de la representación en el proyecto de arquitectura, un movimiento según el cual toda la energía se dirige hacia la atmósfera generada por el objeto edificado en el mundo, en un desplazamiento que busca acercar arquitectura y naturaleza. Esta caracterización resulta útil hoy, pues reconoce cierto ilusionismo primitivo en nuestra fascinación contemporánea por la materialidad, al tiempo que descubre los andamiajes y los mecanismos necesarios para presentar ante el espectador dicha experiencia hipnótica.
Hoy, casi diez años después del ensayo de Moreno Mansilla, presenciamos la emergencia de una nueva arquitectura a nivel global que insiste en interpelar al espectador de forma urgente con su materialidad, sin por ello renunciar a ser una construcción intelectual completa. Creemos que esto se consigue reivindicando la autonomía y el peso específico de la representación en el proyecto de arquitectura, y al mismo tiempo ignorando intencionadamente su relación tradicional con el objeto construido.
Es, sin duda, de rigor tratar este tema precisamente en estas páginas. En los últimos años, la revista 2G ha sido responsable de delimitar y dar visibilidad a esta tendencia emergente. Ejemplo de ello son las recientes monografías de architecten de vylder vinck taillieu, OFFICE Kersten Geers David Van Severen, o Pezo von Ellrichshausen, todos ellos activamente implicados en una conflagración del concepto de abstracción con un cierto realismo contemporáneo. Dentro de este grupo, PRODUCTORA ocupa una posición que es simultáneamente central y periférica: por un lado, sus proyectos son sin duda los más claros y directos al materializar estas ideas, mientras que, por otro, son también los menos ideológicos y premeditados. Aun así, incluso en el caso de PRODUCTORA, la estrategia utilizada es, sin duda, subversiva, ya que depende de un observador cultivado con una serie de ideas preconcebidas sobre los diferentes papeles de la representación y la construcción en arquitectura para ejercer su efecto desestabilizador.
Partimos de una suposición: que la representación y la construcción operan a diferentes niveles, o al menos, que los arquitectos las utilizan para avanzar distintos aspectos de su proyecto. De hecho, podríamos decir que los arquitectos han respondido a esta división de tareas de dos maneras especialmente agudas. Existe, por un lado, un arquitecto a quien solo le importa el progreso de la disciplina, derrocar paradigmas anteriores y sustituirlos por otros nuevos. Para él, la representación es un arma poderosa que le permite generar y diseminar ideas rápidamente, influenciando la forma en que otros arquitectos piensan y, en última instancia, en el discurso de la profesión. Para este tipo de arquitecto, la construcción solo puede ser un desencanto, una operación en la que no tiene nada que ganar y todo que perder.
Existe, sin embargo, un segundo tipo de arquitecto para quien la disciplina de la arquitectura es casi inmutable: apenas absorbe el cambio a través de su perímetro a un ritmo muy lento. Para este tipo de arquitecto, cada proyecto construido es una oportunidad para revisitar y reformular una serie de valores centrales que se mantienen constantes. Lógicamente, para este arquitecto, el encuentro físico con la obra es la única manera válida de experimentar la arquitectura, y la representación es tan solo un paso intermedio que puede ser prácticamente descartado una vez que la obra se ha erigido. [...]
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