2014/12/31

#revistas #arquitectura | REIA | 3

REIA : revista europea de investigación en arquitectura.
Madrid : Escuela de Arquitectura, Universidad Europea 
Semestral / 2013- / ISSN 2340–9851
Electrónica. Abierta. Online.
Acceso al recurso electrónico: http://www.reia.es/
Arquitectura -- Publicaciones periódicas electrónicas.
Publicaciones periódicas electrónicas de acceso gratuito
Nº 3 (Diciembre 2014)
TEXTO COMPLETO | REIA

La magmática situación actual se asemeja a la de la velocidad con la que cambia todo, generando un constante movimiento en el que el pensamiento crítico sobre los posicio­namientos de la Arquitectura hoy –y de las ciudades– está en continua mutación. En ellas los habitantes mutan en espectadores (Virilio). Son el espejo de la producción del siglo xxi (Baudrillard). Se proponen una serie de conceptos hibrida­dos y transversales, que pretenden clarificar una aproximación al entendimiento de la ingente complejidad –arquitectónica, antropo­lógica y urbana- de hoy. Nuestras metaciudades se conforman a través de flujos informativos y de mecanismos líqui­dos que se reproducen cada vez a mayor veloci­dad. Parece que estas megaciudades se generan ya por sí solas, vinculadas a él desde el lugar ontológico, consustancial a aquél y vinculado al desvanecimiento del concepto de lugar físico. En ellas ocurre lo expresado por Deleuze: no hay nada más turbador que los movimientos incesantes de lo que parece inmóvil. [Reflexiones para la aproximación a un pensamiento evanescente en torno a la arquitectura-velocidad y al espacio público en la era de la sobremodernidad / José Luis Esteban Penelas]

SUMARIO
Reflexiones para la aproximación a un pensamiento evanescente en torno a la arquitectura-velocidad y al espacio público en la era de la sobremodernidad / José Luis Esteban Penelas
La fase exenta de medida / Esteban Herrero Cantalapiedra
La Bauhaus de Weimar. Ellos (y ellas) en pos de una meta comun: la arquitectura / Josenia Hervás y Heras
Huellas y rastros: el contexto ficticio de Peter Eisenman / Laura Martin-Escanciano Fernández
Del rendimiento eficiente a la forma ecológica. Por una arquitectura redundante / Nieves Mestre Martínez
El lugar de la mente. Sobre la capilla Sogn Benedetg de Peter Zumthor en Sumvitg / Elena Pérez López
Cripsis / Rubén Picado y Maria José de Blas
Construir, habitar, pensar, exterminar. Heidegger y la arquitectura de Auschwitz / Aarón Rodríguez Serrano
Entre la expresión y el tipo: James Stirling en los cincuenta / José María Silva Hernández-Gil
I owe you an explanation / José Vela Castillo
La evolucion de la vivienda en las propuestas urbanísticas de Le Corbusier. De la máquina al hogar / Alejandro Vírseda Aizpún

2014/12/19

#hemeroteca #historia | Los muros del exilio

Imagen: El País
Los muros del exilio
Un nuevo estudio reconstruye la trayectoria por Latinoamérica y Europa de los 49 arquitectos españoles que, con desigual fortuna, abandonaron el país tras la guerra
Andrea Aguilar | El País, 2014-12-19
http://cultura.elpais.com/cultura/2014/12/19/actualidad/1419017180_565020.html

En 1937, Luis Lacasa (Ribadesella, 1899-Moscú, 1966), uno de los arquitectos más brillantes del primer tercio del siglo XX en España, había recibido por parte de la República el encargo del pabellón de París, que albergaría el Guernica de Picasso. Trabajó como arquitecto jefe junto a José Luis Sert, y con Antonio Bonet como asistente. Pero desde su salida, al final de la guerra, a pie por los Pirineos, hasta su muerte, Lacasa nunca más volvió a construir, y tampoco logró publicar estudio alguno. "Tuve en contra al talmudista de Trapiesnikov, profesor rojo que se formó en una escuela marxista, pero que de urbanismo no tenía la menor noción. Venía a ser una especie de comisario político del Instituto de Urbanismo, lleno de recetas y de citas del Bigotes [Stalin], pero vacío de sensibilidad artística, de cultura general y de conocimientos de la especialidad. En el sentido de hacer una disertación o publicar un libro, mis años de permanencia en la Academia de Arquitectura han sido tirados por la ventana...”, escribió en Moscú.

Este amargo y estéril exilio de Lacasa nada tuvo que ver con la exitosa carrera de su compañero Sert en Estados Unidos, ni con la fuerza modernizadora que Antonio Bonet impulsó a través del grupo Austral en Argentina. Y sin embargo, apenas unas páginas separan tan dispares trayectorias en Arquitectura española del exilio (Lampreave, 2014).

Si Arturo Saénz de la Calzada —arquitecto que colaboró con Lorca en La Barraca y con Buñuel en México— fue fundamental en la difusión del trabajo de los exiliados, y más adelante la exposición Arquitecturas desplazadas en Madrid en 2008 rindió homenaje a su obra, este nuevo trabajo trata de reflexionar, conocer y presentar las contradicciones de estas historias. El nuevo volumen —coordinado por el profesor de la Universidad Central de Venezuela, Juan José Martín Frechilla y el catedrático de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, Carlos Sambricio— analiza la memoria fragmentada y dispersa de los 49 arquitectos que abandonaron España tras la guerra civil, y se instalaron en Cuba, México, Chile, Argentina, Colombia, Estados Unidos, Rusia y Polonia. Un último capítulo está dedicado al exilio interior, que padecieron quienes no marcharon tras la aprobación de las Normas de Depuración de los arquitectos en julio de 1939, y la consiguiente revocación de sus títulos.

Entre los 140 arquitectos depurados figuraba Fernando Chueca Goitia, que perdió su licencia durante una década, o Secundino Zuazo, autor de la Casa de las Flores de Madrid, que fue forzado a instalarse en Canarias. "El exilio fue una castración para todos", afirmó Sambricio en la presentación del libro en la Residencia de Estudiantes de Madrid. Su trabajo —como coordinador y autor de varios de los ensayos reunidos en esta obra— trata de romper, por un lado, con el aura mítica que durante la dictadura rodeaba a los arquitectos exiliados a ojos de los jóvenes universitarios; y por otro, con el olvido y la falta de información que ha rodeado la trayectoria de muchos de los que se fueron. "La simple mención a los arquitectos que en 1939 marcharon fuera del país era un guiño de complicidad, al margen de que supiéramos poco o nada de su trabajo profesional", recuerda en la introducción. Pero la realidad del exilio fue mucho más compleja de lo que imaginaban en la España franquista aquellos jóvenes progresistas, que identificaban de forma casi automática el compromiso político con pertenencia a la vanguardia arquitectónica.

El nuevo libro —un trabajo coral de investigación en el que participan nueve autores— reconstruye el contexto social y arquitectónico propio de cada uno de los países en los que desembarcaron los exiliados, y al mismo tiempo ofrece información sobre qué habían hecho los exiliados hasta el momento de su partida.

Los primeros años del siglo XX abrieron dos importantes debates arquitectónicos: por un lado, cómo replantear la gobernabilidad y gestión de las ciudades, que crecían de forma imparable; y por otro, cómo abordar la construcción de vivienda social. En España la bonanza económica de la que disfrutaron los industriales —consecuencia de la neutralidad de la primera guerra mundial— resultó en un encarecimiento de los materiales y desembocó en una desornamentación arquitectónica, en línea con la postura estética que avanzaba en el resto de Europa, aunque desde un punto de partida distinto. "Por un lado se apuesta por normalizar lo vernáculo, por prestar atención a la cultura popular; por otro lado, se aborda el debate del espacio mínimo de vivienda", explica Sambricio en su casa de Madrid.

La acción y el debate en España estaban casi totalmente concentrados en las escuelas de arquitectura de Madrid y Barcelona. El advenimiento de la República, sostiene Sambricio, aunque impulsó obras de calidad, no acabó de cuajar en una gran actuación en temas de vivienda social. Y sin embargo, ahí está la construcción de las cerca de 25.000 escuelas que desde el Gobierno impulsó uno de los arquitectos que más adelante se exilió, Bernardo Giner de los Ríos.

Los planteamientos de vanguardia propuestos por Le Corbusier —que pronunció una conferencia en la Residencia de Estudiantes en 1928— calaron en el grupo GATEPAC de Barcelona, del que formaban parte Sert y Bonet, entre otros, pero no acababan de encajar con la realidad de aquel momento que reclamaba soluciones urgentes, y en la que estaban concentrados algunos de los arquitectos que más adelante se exiliaron, como Lacasa o Bergamín.

Cuando estalló el conflicto arquitectos e ingenieros ayudaron a diseñar trincheras, como Enrique Segarra, Otilio Botella y Félix Candela. Este último firma los puentes del Ebro, definitivos para las tropas de Líster en la batalla. "En el exilio muchos se diluyen, se desligan de la arquitectura social que estaba siendo impulsada en los países de acogida. Después de haber dado un do de pecho tan monstruoso parece que han perdido la fuerza", apuntó Sambricio.

La adaptación fue en la mayor parte de los casos complicada, más aún cuando a pesar del énfasis en la integración que preconizaban gente como José Moreno Villa, muchos de los exiliados imaginaban que su estancia fuera de España sería algo temporal. Así, gran parte de las trayectorias profesionales de los exiliados están marcadas por mudanzas y regresos. Ejercer como arquitecto implicaba contar con la confianza de clientes y administraciones. Tal y como advertía Arturo Sáenz de la Calzada: "Un edificio —a diferencia de un libro, un cuadro, una melodía o un poema— no puede salvar tiempo y distancias para quedar adscrito, más tarde o más temprano, a la cultura original, sino que permanece vinculado, de por vida, al suelo que lo sustenta y pertenece a la historia del pueblo que lo posee".

Biblioteca UPV/EHU
Arquitectura española del exilio / Juan José Martín Frechilla, Carlos Sambricio (eds.)
Sbc Aprendizaje A-72.036(8) ARQ
https://millennium.ehu.es/record=b1806528~S1*spi

2014/11/30

#revistas #arquitectura | Zarch | 2

Zarch : journal of interdisciplinary studies in architecture and urbanism
Zaragoza : Universidad de Zaragoza
Semestral / 2013- / ISSN 2341-0531
Electrónica. Abierta. Online.

Acceso al recurso electrónico: http://arquitectura.unizar.es/zarch/index.php/es/
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Nº 2 (Noviembre 2014). Ejemplar dedicado a: “Repensar, rehacer”
TEXTO COMPLETO | UZA · Zarch

http://arquitectura.unizar.es/zarch/index.php/es/numeros/numero-02

El "proyecto" es el signo perceptible a los sentidos como proyección de un posible estado de cosas. El "diseño" del proyecto es otro signo mediante el cual se expresa el pensar arquitectónico y el proyecto mismo es el diseño en relación proyectiva con la arquitectura. Así la proyección es lo que pertenece al proyecto y no lo proyectado; sólo dice de la posibilidad de lo proyectado. El proyecto así entendido no es la obra de arquitectura pero de alguna manera ha de haber alguna relación entre uno y otra, pero tal relación no es una externa sino interna y, menos, pintoresca; aquí se inserta el lugar de las reglas. Llamo brevemente "programa" a aquello que hace que un proyecto caiga en arquitectura y no en otra parte; así entendido no es el motivo o el tema como se cree. - Juan Borchers, “Proyecto” (1968)

Introducción / Ricardo S. Lampreave

Pensamiento y acción han venido construyendo el mundo desde su inicio. Fue la inteligencia la que permitió al hombre, sumada a su fuerza, alcanzar un segundo estado. De hacer cosas, absorto en su tarea, pasó a poder detenerse para analizar y juzgar. De dejarse guiar por el ‘¿cómo?’ pasó a buscar el ‘¿por qué?’, de considerar el trabajo como un fin en sí mismo a ser capaz de reflexionar sobre su quehacer. Desde siempre, desde Sófocles hasta Bourdieu, implícita y también expresamente, la discusión sobre si son las ideas y no las palabras las que permiten construir, o si por el contrario sólo cabe pensar una vez finalizado el trabajo, ha desequilibrado hacia ambos extremos la consideración de que en los procesos del hacer están integrados el pensar y el sentir. Sin duda se trata de uno de esos binomios en los que la sola mención de uno de los dos términos invoca de inmediato la presencia del otro. Incluso el bíblico “Al principio era el Verbo” tuvo al menos una vez su literal correlato al reivindicar Sigmund Freud como base de su teoría de las civilizaciones, en la última frase de su Tótem y tabú, que “al principio era la Acción”.

Cincuenta años separan al Homo faber de Max Frisch de El artesano de Richard Sennett, una distancia que los avatares de la posmodernidad ayudan a definir. La fe absoluta en la ciencia y la capacidad del hombre para hacer avanzar el mundo por el camino del progreso que mostraba el monólogo de Walter Faber ha devenido en razones de habilidad, compromiso y juicio en el diálogo que todo artesano establece entre el hacer y el pensar, razones centradas en la estrecha conexión entre la mano y la cabeza que alienta su característico impulso. Cuando en 1988, el 18 de octubre, Jacques Herzog comenzó en Harvard su conferencia para el Simposio Emerging European Architects diciendo: “Soy arquitecto. (...) Desde mi cabeza, los pensamientos bajan a la mano que dibuja los planos para los artesanos y obreros”, no hacía más que describir cómo procedemos en nuestro trabajo. Como el magnetismo de un imán, el pensamiento y la acción, la reflexión y el quehacer, los polos que son la cabeza y la mano acumulan sobrada energía para que pueda darse la arquitectura.

Reconstruir, rehabilitar, reutilizar, regenerar… Son numerosos los términos que el prefijo ‘re–’ anima a reconsiderar, interesados de manera particular en las cosas que debemos cambiar. Al fin y al cabo, en nuestro interno código deontológico viene escrito que trabajamos para transformar el mundo, para hacerlo un poco mejor, sea cual sea el confín que delimita nuestro trabajo. No cabe, por tanto, seguir interpretando el mundo: estamos abocados a seguir escribiendo la historia con nuestras propias palabras, por más que –como cualquier generación anterior– sintamos el vértigo de tener que replantear lo ya conseguido. Y, sin embargo, la historia nos enseña, al procurarnos mayor perspectiva temporal sobre el sucederse de los acontecimientos, que los cambios, los saltos, deben ser ajustados, pues no todos acaban teniendo la misma intensidad. Seguramente, ambicionando la inteligencia que encierra el tiempo, nuestro reto sea medir bien qué es lo que debemos cambiar, pero reafirmándonos en que queremos construir sobre lo que hemos heredado, sin pretender cambiarlo todo. Por suerte, la arquitectura casi siempre responde a la realidad con un loable pragmatismo que evita desatender lo ya logrado para empezar desde el principio. Desde siempre no ha hecho otra cosa que construirse sobre sí misma. Ya lo demostraban las Troyas que levantó Schliemann: las ciudades y sus edificios, como bien se puede comprobar al estudiar sus vidas, no han hecho más que superponerse unas sobre otras, dejando emergentes –casi siempre– sus mejores logros. El pensar, tanto como el hacer, nunca es de uno solo, y el mejor pensar es el que acaba consiguiendo ser de todos.

Estos son los términos con los que la revista ZARCH pretende definir el territorio que arbitre este número. Un complejo polígono, de geometría variable además, según sea el problema a resolver, al que creemos que se puede acceder desde muy diferentes intereses. Resulta imprescindible comprender que nuestras ciudades se construyen hoy con miradas diversas, sin que puedan nacer exclusivamente de nuestro oficio. Estamos obligados a conocer y a trabajar con otras formas de pensamiento y organización del mundo. Las tradicionales maneras de proyectar, de pensar la arquitectura, ya no se muestran eficaces para interpretar la complejidad de nuestra realidad, por lo que resulta imprescindible que otras profesiones transfieran conocimiento, por diversas y alejadas que sean, capaces de facilitarnos modos más eficientes y lógicos para trabajar en ella.

Cabría extenderse constatando que existen numerosas posibles entradas para abordar cuanto pretendemos con este segundo número, sin mayor ambición por componer esta figura, la del imprescindible "repensar y rehacer", condenada por fuerza a ofrecerse fragmentada. Quizás pueda servirnos para interpretar bien el sentido y el alcance de nuestros cometidos el recuerdo de aquel peón caminero de Peter Handke, tan metafórico como cada uno de nosotros quiera entender. A él incumbía, al servicio de su comunidad, la conservación de los caminos. Día a día realizaba su penoso trabajo, para convertirse de pronto, ocasionalmente, en pintor de sus letreros, encaramado en lo alto de una escalera de mano. Quien pueda pensar que nuestro trabajo debe ser mucho más, que lea con detenimiento La repetición. “Al observar yo cómo, con una pincelada extraordinariamente lenta, ponía aún una barra de sombra en los letreros que estaban ya terminados, cómo, por así decirlo, aireaba las letras gruesas con unas cuantas líneas finas, como si fueran pelos, y de qué modo, como por arte de magia, sacaba el signo siguiente de la superficie que aún estaba por pintar –como si estuviera allí desde hacía tiempo y se limitara sólo a seguirlo–, en aquella escritura que iba surgiendo veía ya los emblemas de un universo oculto, innombrable y por ello tanto más magnífico y sobre todo de un reino universal que no tenía fronteras”. Unas líneas, como dijo Sebald, que alientan “la relación forzosa, especialmente tan característica, entre trabajo duro y magia ligera”, la inherente a la arquitectura.

SUMARIO
Introducción

El Patrimonio Natural y Territorial. De la protección a la gestión y regeneración del paisaje cultural / Horacio Capel
Unas notas para (re) pensar el diseño del espacio público en la ciudad contemporánea / Joäo Rodrigo Coelho
Repensar el habitar y el construir. Sobre la concepción del ser como habitar de Martin Heidegger y la arquitectura del bienestar de Jørn Utzon / Jonas Holst
La domesticación del insurgente: domesticidad como operativa de combate en las guerras asimétricas / Carolina Mateo Cecilia
Un jardín de invierno. Arquitectura animada - Naturaleza inanimada / María Teresa Muñoz
Reconocer, Reconsiderar, Reconvertir: la mirada de Loos en tres actos / Juan Manuel Ros, Carlos Iglesias Sanz
Repensando el paisaje. Cementerio en el bosque de Erik Gunnar Asplund y Sigurd Lewerentz /
Marco Maggioni
Anestética de la desaparición. La sección como definidora del proyecto en la arquitectura de Albert Kahn / Luis Pancorbo Crespo, Inés Martín Robles
Retorno a Campo Verano / Eduardo Delgado Orusco
Arquitectura y empatía. Charles W.Moore (1925-1993) / Raúl Martínez Martínez
Dispersión visual y nuevas sinestesias: consideraciones sobre el Blur Building / Eugenio Pandolfini
MISCELÁNEA
Conversación con Francisco Jarauta / Carmen Díez, Javier Monclús, Ricardo S. Lampreave
Reajustado el paisaje de Robert Adams / Miguel Guitart Vilches
Reseñas

ENLACES
UZA | PUPC · Grupo de Investigación Paisajes Urbanos y Proyecto Contemporáneo

http://arquitectura.unizar.es/pupc/

#libros #urbanismo | Matar al Chino : entre la revolución urbanística y el asedio urbano en el barrio del Raval de Barcelona

Matar al Chino : entre la revolución urbanística y el asedio urbano en el barrio del Raval de Barcelona / Miquel Fernández González ; prólogo de Mónica Degen ; epílogo de Manuel Delgado
Virus, Barcelona : 2014 [11]
368 p.
ISBN 9788492559589 / 23 €

/ ES / Tesis
/ Barcelona / Catalunya / Ciudades - Renovación / Control social / Gentrificación / Urbanismo
TEXTO COMPLETO | Virus
http://www.viruseditorial.net/pdf/matar-al-chino-def-baja.pdf

El barrio del Raval, cuyo sur geográfico ha sido el histórico Barrio Chino de Barcelona, es desde hace más de un siglo el símbolo y la representación de los pánicos sociales y morales de la burguesía barcelonesa. La concentración de población obrera, la pobreza estructural y la actividad del trabajo sexual, por un lado; y, por otro, su configuración como espacio de “conductas desviadas” y una cultura urbana al margen de los cánones morales lo han hecho objeto de una estigmatización y una condena permanentes. Lugar de pobres, putas, anarquistas y mariconas, y también de revueltas y conflicto social, este barrio es el territorio de la guerra urbanística más antigua y duradera de las oligarquías barcelonesas.

“Matar al Chino” muestra que todos los poderes políticos que han gobernado la ciudad, tanto conservadores como progresistas, han mantenido unas políticas de control y persecución social, destinadas a hostigar unas realidades sociales “descontroladas”, que no se pliegan al tiralíneas de políticos y urbanistas. Los recientes intentos de colonización urbana del centro histórico, para lograr su explotación turística, han venido acompañados de los intentos de expulsión de una población molesta, que debía borrarse del mapa y el escaparate, y han tenido éxito en la destrucción de muchas vidas, pero han naufragado como proyecto ante la complejidad social del Raval.

Junto con un magnífico trabajo historiográfico, Miquel Fernández culmina el libro con una etnografía llevada a cabo en la calle d’en Robador, símbolo de la violencia institucional aplicada durante la reciente reforma urbanística. En ella puede palparse la resistencia a desaparecer de una comunidad que, en un espacio mediado por la represión, traza sus alegrías, tristezas, conflictos, dificultades y esperanzas, en definitiva, sus vidas y sus vínculos comunitarios, frente a un proyecto de ciudad que quisiera borrar su existencia.

Miquel Fernández González es doctor en Antropología Social y máster en Sociología Jurídica y Criminología por la Universitat de Barcelona, profesor de Sociología en la Universitat Autònoma de Barcelona y miembro del Observatori d’Antropologia del Conflicte Urbà (OACU), integrado en el Grup de Recerca sobre Exclusió i Control Socials (GRECS). Ha coordinado el libro “Fabricant l’immigrant” (Pagès Editors, 2009) y participado en las obras “Els Altres Andalusos. La qüestió nacional” (L’Esfera dels Llibres, 2005) y “Metamorfosis urbanas. Ciudades españolas en la dinámica global” (Icaria, 2013). Su última etapa de investigación se ha centrado en la violencia simbólica y sistémica en el marco de la transformación urbanística en el barrio del Raval de Barcelona, frutos de la cual son su tesis y este libro.

«Matar al Chino», una historia de violencia
Intensificant vides nervioses, 2014-11-07

https://intensificantvidesnervioses.wordpress.com/2014/11/07/matar-al-chino-una-historia-de-violencia/

El último libro de Virus, está llamado a ser una referencia en materia de urbanismo y control social. En “Matar al Chino. Entre la revolución urbanística y el asedio urbano en el barrio del Raval de Barcelona”, Miquel Fernández hace un retrato tanto histórico como contemporáneo de las líneas de continuidad que han atravesado el Barrio Chino y el Raval desde hace más de un siglo. De principios del siglo XX hasta la actualidad, todos los poderes que han gobernado Barcelona, sin distinción entre izquierda y derecha, han aplicado políticas de control y seguridad siempre destinadas a la persecución de las llamadas clases peligrosas.

La intención de reunir la pobreza en un sólo lugar y bajo el control de un conjunto de entidades de caridad sería la primera función del Raval en esa planificación del territorio de una ciudad que se ha enfrentado a sus contradicciones con el cuchillo entre los dientes, pero con la intención de clavarlo en los más débiles. Después de pasado el franquismo, que abundaría en la estigmatización del barrio, los ayuntamientos postfranquistas, en manos de la izquierda institucional y no menos neoliberal que la derecha, iniciaría una colonización urbana, que destruyó todo lo que pudo, consiguió expulsar a miles de vecinos, pero no logró que este enclave siguiera siendo un espacio de contradicciones y de grupos sociales que se resisten a desaparecer, denunciando con su sola existencia el fracaso de un proyecto de barrio y de ciudad sustentado en la violencia de eliminar a pobres, gente trabajadora, trabajadoras sexuales, migrantes o mariconas.

Para la difusión del libro y para que este sea una herramienta para el barrio sin el cual nunca se hubiera escrito -se basa en un trabajo de campo llevado a cabo en la calle d’en Robador-, hemos puesto en marcha, junto con Genera, Prostitutas Indignadas, Asamblea de Barrio del Raval y el Observatori Antropològic del Conflicte Urbà, un ciclo de debates y denuncias que aborden la actualidad de la relación entre violencia urbanística y control social.

DOCUMENTACIÓN
Pobres, putas, anarquistas y mariconas: historia de una lucha en el Raval

"A Robador las prostitutas la llaman Gaza", Miquel Fernández
Ignacio Pato | PlayGround, 2014-12-02
http://www.playgroundmag.net/articulos/entrevistas/Pobres-anarquistas-mariconas-control-Barcelona_0_1434456559.html
¿Quién mató al Chino?
El antropólogo Miquel Fernández centra su tesis doctoral, 'Matar al Chino', en el interés del poder en denostar el Raval para «matarlo». Radiografía la 'resistente' calle d'en Robador.
Helena López | El Periódico, 2014-12-01
http://www.elperiodico.com/es/noticias/barcelona/quien-mato-chino-3733219
"Todas las ciudades están poseidas". Epílogo para "Matar al Chino"
Manuel Delgado | El Cor de les Aparences, 2014-11-21

http://manueldelgadoruiz.blogspot.com.es/2014/11/todas-las-ciudades-estan-poseidas.html
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ENLACES
Blog | Intensificant vides nervioses

https://intensificantvidesnervioses.wordpress.com/
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TESIS
Matar al “Chino” : entre la revolución urbanística y el asedio urbano en el barrio del Raval de Barcelona / Miquel Fernández González

Tesis Universitat de Barcelona. Facultat de Geografia i Història. Departament d’Antropologia Cultural i Historia d’Amèrica i Africa, 2012 [09]
TEXTO COMPLETO | Dipòsit Digital de la UB
http://diposit.ub.edu/dspace/handle/2445/35237

2014/10/07

#hemeroteca #desarrollosostenible | "Pescado seco", una tradición centenaria que ayudará a afrontar el futuro de los mares



"Pescado seco", una tradición centenaria que ayudará a afrontar el futuro de los mares
Ambientum, 2010-10-07
http://www.ambientum.com/boletino/noticias/Pescado-seco-una-tradicion-centenaria-que-ayudara-a-afrontar-el-futuro-de-los-mares.asp

En la isla de Formentera, un grupo de pescadores artesanos que utilizan sólo artes menores de pesca, están contribuyendo a sostener una tradición centenaria además de rentabilizar una actividad cada vez más interesante para mercados.

Son pescadores artesanos que utilizan sólo artes menores; profesionales del mar que están contribuyendo a sostener una tradición centenaria -la del "peix sec" o "pescado seco"-; pequeños empresarios que están rentabilizando una actividad que cada vez interesa a más sectores y a más mercados.

Y todo ello de una manera plenamente sostenible, sobre un espacio marino protegido, en la isla de Formentera, cuyo litoral pertenece íntegramente a la red europea Natura 2000, junto a la que se encuentran los pequeños caladeros en los que estos pescadores echan sus redes.

La tradición formenterana de secar el pescado surgió -como en otros lugares del mundo- como una necesidad, para conservar la comida durante largo tiempo, pero se ha consolidado como una costumbre culinaria de los isleños cada vez más demandada en los restaurantes y en circuitos "gourmet".

David Sánchez pesca en esas aguas, y lo hace -dice- porque ama el sol y la brisa de la isla, porque recuerda cómo sus abuelos secaban el pescado al sol y lo elevaban para que no estuviera al alcance de los gatos, y porque está convencido de que el futuro y la sostenibilidad de la pesca depende en gran parte de los propios profesionales.

"Somos conscientes de que la pesca tiene que ser sostenible, pero principalmente para nosotros. La única manera de mantener un caladero es hacer una pesca sostenible, y nosotros nos jugamos el pan de mañana", ha señalado este pescador a la Agencia EFE.

En Formentera, donde la actividad turística se concentra durante los meses de verano, esta tradición permite a un grupo de pescadores y artesanos seguir trabajando durante el invierno para elaborar el "peix sec" que venderán la próxima temporada.

Una pesca de "baja intensidad"

Los pescadores extraen de los caladeros rayas, musolas (pequeños tiburones) y cazones, pero sólo los ejemplares más grandes, y devuelven al mar los pequeños, porque el pescado seco se elabora con la carne cartilaginosa de los peces más viejos.

Es, según David Sánchez, una pesca de "baja intensidad", por emplear sólo los ejemplares más grandes, pero además los pescadores se han convertido en los mejores vigilantes de la salud de los caladeros.

"Cuando estamos pescando en un caladero y vemos que disminuye la pesca, cambiamos a otro. La isla es muy pequeña, y si no controlamos y vigilamos los caladeros nos podríamos quedar sin ellos; eso no puede ser", comenta.

En busca de esos caladeros, los pescadores atraviesan casi a diario el Parque Natural de Ses Salines de Ibiza y Formentera, un corredor que abarca desde el vértice sur de la isla de Ibiza hasta el norte de Formentera y que incluye todos los islotes que hay entre ambas.

En el parque conviven comunidades vegetales y animales endémicas (de hecho perviven con esta figura de protección varios Lugares de Interés Comunitario y Zonas de Especial Protección para las Aves), pero sobre todos los recursos naturales destacan las praderas de posidonia, responsables en gran parte de las aguas cristalinas que caracterizan las playas de las dos islas y que fueron reconocidas por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.

Una actividad para seguir anclado a las raíces 

Es el escenario natural por el que cruzan los pescadores formenteranos hasta llegar a sus caladeros.

Despiezado a bordo del mismo barco, los pescadores registran y facturan las capturas en la cofradía al llegar a puerto, y trasladan la carne hasta los obradores para preparar su exposición al sol y a la brisa de la isla hasta alcanzar el punto de secado que les interesa.

Consiguen así mantener viva una tradición cultural y gastronómica de la isla, una tradición asentada gracias a estos "artesanos" del mar que están consiguiendo que el "peix sec" sea conocido y valorado fuera de Formentera; profesionales que atisban con optimismo un futuro que les permite seguir anclados a sus raíces.

AUDIOVISUALES
Pesca artesanal : tradicional y sostenible
EFE Verde | YouTube, 2014-10-06
http://youtu.be/YUa05YV0iwU

2014/10/01

#hemeroteca #innovacion | Crean un dispositivo que alerta vía Twitter cuando una planta requiere riego


Riégame Pi
Crean un dispositivo que alerta vía Twitter cuando una planta requiere riego
Desarrollado por alumnos de la Universidad Santa María, Riégame Pi es un sistema de monitoreo que utiliza sensores de humedad y luz, además de un GPS para informar en qué condiciones se encuentra
Ambientum, 2014-10-01

Alertar vía Twitter sobre el momento exacto en que una planta requiere riego, evitando el gasto ineficiente de recursos, es el principal objetivo de Riégame Pi, dispositivo desarrollado por alumnos de la Universidad Técnica Federico Santa María y que utiliza sensores de humedad y luz, además de un GPS, para entregar información.

Esta iniciativa, desarrollada por los alumnos Roberto Poblete, Marcelo González, Felipe Condon y Etiene Setiene, de Ingeniería Civil Telemática y Lukas Zamora, de Ingeniería Civil Informática, nace como una solución a los problemas hídricos que la sociedad debe enfrentar en la actualidad, como por ejemplo, la sequía, y una alternativa para abordarlo es buscar una aplicación en el campo de la agricultura, en donde fácilmente en un día se pueden llegar a malgastar 5.000 litros de agua.

De esta manera, destaca Zamora, “Riégame Pi es un sistema de monitoreo de plantas en donde sensores de humedad y luz, un GPS, que precisa la información cuando se trata de áreas extensas, y una Raspberry Pi, son capaces de informar en qué condiciones está una planta, desde si necesita agua o luz hasta su ubicación, para luego informar sobre su estado al usuario a través de la red social”.

Los sensores análogos de agua y luz –este último desarrollado por el propio grupo en base a fotorresistencia (LDR)– recogen la información, en espacios de tiempo programados previamente, y la pasan a un conversor análogo digital, que es el encargado de traducir los datos y direccionarlos al microprocesador de forma digital.

Posteriormente, explica Poblete, “se inicia la programación a través de un script o código que interpreta los datos recogidos anteriormente, para luego enviar la información mediante un código programado en lenguaje Python a Twitter. Esto último implicó además el desarrollo de una aplicación para esta red social y así evitar que la señal sea considerada como spam y se bloquee”.

Este sistema es bastante simple y puede ser instalado en cualquier tipo de planta, preliminarmente estudiado, a la que se le instalan sensores de humedad y luz previamente conectados a la Raspberry Pi, que programada realiza el resto del trabajo interactuando con Twitter.

“Actualmente este proyecto está en etapa de estudio para llegar a transformarse en un sistema de autoregadío para el sector agrícola, el cual promete no solo informar en qué condiciones está la planta, sino que además dotarla de autonomía, independizándola del cuidado de su dueño”, añade González.

Es importante destacar que este proyecto nace a partir de la asignatura de Introducción a la Ingeniería y que propuso como desafío el realizar un proyecto que considerará dos elementos clave: el uso de Tecnologías de la Información y el de la Rasbperry Pi. En base a lo anterior, es que se planteó este proyecto para lo que se consideró el desarrollo de circuitos, estudios a diversas plantas para poder saber en qué condiciones necesitan agua y luz, además de la intersección entre la planta y Twitter.

2014/09/30

#revistas #arquitectura | 2G | 70 | Langarita Navarro

Langarita Navarro/ textos de = texts by Florian Heilmeyer, Daniel Fernández Pascual, Roberto González García
Gustavo Gili, Barcelona : 2014
176 p. : il col.
Nº monográfico de: “2G : revista internacional de arquitectura = international architecture magazine", n. 70 (2014)
Texto en español e inglés
ISBN 9788425227059

Langarita Navarro (Estudio de arquitectos)
Arquitectura – Siglo XXI – España
UPV/EHU · DISPONIBLE EN E-LIBRO
http://millennium.ehu.es/record=b1668758~S1*spi

En los últimos años, la práctica arquitectónica ha sufrido profundas transformaciones. En países con una fuerte tradición artesanal, como es el caso de España, el antiguo modelo de estudio de arquitectura que podía llegar a encargarse de proyectos de muy distinta escala ha sido sustituido por las grandes ingenierías que desdibujan el papel del autor clásico en aras de una rentabilidad de mercado. A esta nueva situación se ha sumado la grave crisis socioeconómica que han sufrido sobre todo los países del sur de Europa, de modo que las nuevas generaciones de arquitectos se han enfrentado a condiciones de trabajo muy diferentes a las de sus antecesores, en muchas ocasiones instalados en una nueva precariedad de medios económicos y materiales.

El joven estudio de arquitectura madrileño compuesto por María Langarita y Víctor Navarro ha abordado la nueva situación ajeno a las prácticas de los años de abundancia que, por otro lado, no llegaron a conocer. Desarrollan su trabajo en la nueva precariedad surgida a partir de la crisis económica y se adaptan con naturalidad a cualquier tipo de encargo y condiciones, desde la urgencia de instalaciones efímeras —como la Red Bull Music Academy o el montaje de escenarios, exposiciones o chiringuitos— a concursos de cierto peso —como el Medialab - Prado de Madrid— o casas unifamiliares. Gran parte de los trabajos son actuaciones sobre edificios existentes (otro signo de los tiempos), en los que dejan huellas no permanentes con el convencimiento de que su intervención únicamente es entendible como parte de una secuencia de actuaciones sobre lo construido que aporta cada generación.

Este número de “2G” es la primera monografía que recoge la obra de Langarita Navarro. La presentación de su obra viene precedida por tres artículos del crítico y editor alemán Florian Heilmeyer, y de los arquitectos españoles Daniel Fernández Pascual y Roberto González García. La sección “nexus” incluye una reflexión de los propios Langarita y Navarro sobre el hecho de construir sobre lo existente (“Trabajar con máquinas del tiempo”) y una conversación de los arquitectos con la autora Andrea Valdés y el artista David Bestué.

Destruir con inteligencia y placer. La arquitectura tras la crisis y la destrucción
Extracto de la introducción

La arquitectura está experimentando una enorme transformación. La obra de María Langarita y Víctor Navarro —así como la de otros muchos arquitectos de todo el mundo que abordan temáticas similares— atestigua la magnitud del cambio que se está produciendo en la actualidad. Por tratarse de un cambio tan silencioso como esencial, en este artículo me gustaría situar la obra de Langarita Navarro en un contexto histórico amplio. Para ello, y con el fin de esclarecer el significado de este cambio para la profesión del arquitecto, es necesario examinar detenidamente una temática rara vez abordada en la arquitectura: su relación con la destrucción. [...]

Sin embargo, me gustaría plantear otros argumentos con relación al trabajo de Langarita Navarro. Términos como “nuevo pragmatismo” o “nuevas limitaciones” son demasiado tímidos y no acaban de resultar adecuados, ya que sugieren una arquitectura que surge de manera provisional en tiempos de crisis, mientras se está a la espera de que otras soluciones, de mayor escala, vuelvan a ser posibles económicamente. En mi opinión, nos enfrentamos a algo completamente distinto, a una arquitectura profundamente nueva, que no solo sabe cómo lidiar de forma eficiente con recursos escasos (por ejemplo, construyendo lo existente), sino que disfruta sinceramente con esta nueva y compleja tarea.

En una discusión que mantuvimos antes de redactar este ensayo, María y Víctor comentaron: “Trabajar con lo existente es uno de nuestros intereses principales”. En obras como la Red Bull Music Academy o el Depósito de las Especies, resulta evidente el enorme placer y creatividad que implica un proceso desarrollado desde el análisis preciso de las cualidades existentes y que no sufre inhibiciones a la hora de usar, alterar o remodelar lo existente. “Cuando éramos estudiantes, todo giraba en torno a los nuevos edificios. Pero, para nosotros, siempre ha sido muy importante referirse al contexto, trabajar con la energía de los objetos que encontrábamos, transformarlos, conservarlos y ponerlos al día. La creatividad no solo consiste en crear algo nuevo, sino también en transformar lo existente y combinarlo para crear algo nuevo”. Es esta una posición fundamental, común a muchos arquitectos europeos (no solo jóvenes), y no solo una solución de urgencia en respuesta a unas circunstancias económicas adversas, sino una convicción mucho más profunda.

Una arquitectura entregada a lo existente con enorme pasión y placer se ha hecho visible. Esta arquitectura muestra gran consideración, apertura y flexibilidad al comprometerse con el tejido existente y proporcionar instrumentos para el análisis y el desarrollo de situaciones cotidianas. Este modo auténtico de percibir las situaciones existentes sin dogmatismos permite que surjan posibilidades insospechadas, calidades espaciales invisibles y nuevas relaciones que, sin duda, enriquecen los proyectos, bien sea mediante el uso constante del tejido construido o bien a través de la vinculación con nuevas ideas. Por suerte, esto no implica prescindir de nuevos edificios. ¡Uno debe acordarse de destruir de forma inteligente! Por supuesto, las nuevas formas construidas forman parte del repertorio de esta arquitectura, aunque no meramente como reflejo contra lo viejo, ya que se llega a ellas tras un análisis y una argumentación detallados que expliquen por qué debe cambiarse lo existente de forma tan drástica.

Esto constituye una manera totalmente nueva de entender la profesión del arquitecto y genera un nuevo modelo que también incorpora una mayor disposición a cooperar, puesto que la complejidad de las tareas planteadas en la actualidad exige un nuevo tipo de creatividad. Como nunca antes, se requiere que los arquitectos integren el trabajo de expertos de disciplinas muy diversas, teniendo en cuenta a los futuros usuarios y a los clientes de sus edificios. Quizás esto contribuya a reducir el ego del arquitecto. Por fortuna, hoy en día, esos luchadores solitarios inmunes a los consejos y en extremo egocéntricos, al estilo de Le Corbusier o Roark, constituyen una especie en vías de extinción. Por fin, el arquitecto ya no es un individualista brillante y creativo, sino un director de orquestra que depende de la colaboración, un cirujano que considera con enorme cuidado dónde hará la siguiente incisión y que intenta asegurarse de que la intervención será eficaz, además de lo menos invasiva posible.

Esta nueva apertura a lo existente y a las nuevas disciplinas no ha menguado la producción de arquitectura, sino que la ha incrementado, pues cuando la arquitectura deja de estar bajo la presión constante de producir continuamente cosas nuevas, se abren realmente todas las opciones. Un ejemplo es el de los arquitectos franceses Anne Lacaton y Jean-Philippe Vassal, a quienes se les pidió que formulasen ideas para mejorar la plaza Léon Aucoc (Burdeos, 1996). Tras un exhaustivo análisis y discusiones con los residentes y usuarios, los arquitectos sugirieron no hacer nada. En su opinión, sería mejor destinar el presupuesto para el mantenimiento y la limpieza de la plaza existente. “Para nosotros todavía es muy importante entender eso como proyecto. No se trataba de un rechazo; era una manera enteramente consciente de no hacer nada”. Una arquitectura que se compromete con lo existente hasta el punto de redescubrir la opción de no hacer nada pertenece al siglo XXI. Mirando atrás, se hace evidente que el vocabulario del arquitecto había mermado considerablemente y que se había centrado, sobre todo, en la obra nueva. A partir del vocabulario redescubierto, se está desarrollando una arquitectura que conduce a resultados más complejos e incorpora diferentes niveles.

La trayectoria de Langarita Navarro muestra que han tenido que abordar muchas de esas temáticas de actualidad. Su obra tampoco puede encuadrarse en una única categoría, pues se permiten dar respuestas diferentes a cada una de las situaciones con las que se enfrentan, implican a otros especialistas y escogen entre múltiples estrategias: desde no construir prácticamente nada a destruir con inteligencia. El tejido construido existente es su primer y más importante recurso. Constituye la materia con la que trabajan y a partir de la cual desarrollan nuevas estrategias arquitectónicas. Una y otra vez han demostrado que las intervenciones más inteligentes no son las nuevas, sino las que optimizan lo existente. [...]

2014/08/30

#hemeroteca #ciudades | Ciudades y ciudadanos inteligentes


Ciudades y ciudadanos inteligentes
El avance de la tecnología en el entorno plantea la cuestión de si vivir en una productiva interconexión permanente es mejor o el ser humano debe recordar que el ocio es tan necesario como la eficiencia
Evgeny Morozov | El País, 2014-08-20
http://elpais.com/elpais/2014/08/27/opinion/1409161467_120842.html

Pocas ideas han hecho tanta presa en la imaginación de los urbanistas como la de “ciudad inteligente”: la utopía de una metrópolis que, totalmente interconectada mediante sensores, acaba con cualquier fricción por mor de de la eficiencia. Es adecuado hablar de “presa”, ya que la reciente fiebre que ha desatado la “ciudad inteligente” emana en parte de las agresivas iniciativas de empresas como IBM, Cisco y Microsoft, dispuestas a vender sus caras y aparatosas soluciones para todo a alcaldes del mundo entero escasos de fondos pero necesitados de innovaciones. Y aunque las primeras ciudades inteligentes —Masdar en Arabia Saudí y Songdo en Corea del Sur— parecen más cercanas al taylorismo que al urbanismo, el entusiasmo no remite. Una tras otra, las ciudades —desde San José a Barcelona, pasando por Río de Janeiro y Milán— se mueren por tornarse más inteligentes.

Ahora la ciudad-Estado de Singapur ha anunciado su intención de instalar en sus paradas de autobús, parques y cruces de calles cajetines con sensores de varios organismos. El supuesto objetivo es reconducir los servicios públicos hacia un modelo “de anticipación”, que pueda evitar por completo los problemas urbanos más corrientes, mediante sensores y cámaras que controlen la longitud de las colas de taxis, la limpieza de las zonas públicas y cualquier aparcamiento ilegal que se realice. Por ejemplo, solo se enviarían limpiadores a las zonas que realmente los necesitaran. Aún no se sabe si los sensores denunciarán a quienes escupan chicle, un delito penado en Singapur.

El consenso que se está imponiendo —según el cual la “ciudad inteligente” debe ser eficiente, libre de fricciones y gestionada por empresas de alta tecnología— resulta polémico. Críticos como el diseñador y artista británico Usman Haque defienden las virtudes del desorden, aduciendo que las iniciativas destinadas a evitar conflictos mediante analistas de macrodatos son incompatibles con el urbanismo. En su libro de “2013 Smart Cities” Anthony Townsend, otro vehemente detractor de las “ciudades inteligentes”, señala que, aunque hay mucho de loable en ellas, son sus habitantes los que deben tener capacidad para “hackearlas” y modificarlas; de lo contrario, estarán tan infestadas de virus y resultarán tan limitadoras como nuestros programas informáticos. Adam Greenfield, también ensayista sobre temas tecnológicos, ha escrito hace poco “Contra la Ciudad Inteligente”, un incisivo panfleto en el que advierte de que la propia etiqueta “ciudad inteligente” sirve de tapadera retórica para la privatización de los servicios públicos.

Esos detractores hacen bien en recalcar aspectos del urbanismo como el descubrimiento casual, la espontaneidad y la comunidad que el debate actual no aborda adecuadamente. Una ciudad realmente “inteligente” no es aquella que puede hacer más con menos —un gran lema para tiempos de austeridad—, sino la que conoce e incluso se enorgullece de sus propias limitaciones e imperfecciones. Es la que respeta a todas y cada una de las minorías que no causan daño con su singularidad y la que no vulnera derechos de sus habitantes como es el propio derecho a la ciudad.

Sin embargo, ¿cómo se traduce esa actitud humanista en tecnologías concretas? En este sentido, ni siquiera los detractores tienen mucho que ofrecer. Quizá un buen punto de partida sea intentar definir las antípodas de la “ciudad inteligente” dirigida por empresas. Ideológicamente, ¿cuál es el opuesto que, a través de acusados contrastes, pondrá de relieve sus ventajas y limitaciones? ¿Es acaso la “ciudad tonta”? Hoy en día, cuando los cubos de basura rebosan de sensores y las farolas están provistas de complejas cámaras, es perfectamente comprensible añorar el urbanismo analógico, sobre todo después del escándalo de la NSA estadounidense. Por desgracia, esa nostalgia es históricamente analfabeta: las ciudades siempre han sido ingeniosas proezas de la ingeniería, útiles para probar nuevas y asombrosas invenciones, ya fueran alcantarillas, vacunas o ferrocarriles suburbanos. En una ciudad libre de tecnología ninguna autenticidad se puede encontrar.

Si la alternativa no es la “ciudad tonta”, quizás lo sea la “aldea inteligente”: ¿una población tan rural como profundamente tecnológica? Esto entroncaría con la arraigada tradición intelectual de vapuleo a la ciudad: odiar a las urbes nunca equivalió a ser partidario de una vida que, libre de fontanería, se basara en un trabajo incesante y un heroico ascetismo. Como demuestra el historiador Steven Conn en su nuevo libro “Americans Against the City: Anti-Urbanism in the Twentieth Century”, la tecnología y el urbanismo siempre han mantenido una relación ambigua: por una parte, está claro que la tecnología generó ruido, congestión y superpoblación, pero, por otra, muchas tecnologías —desde la electricidad a la automoción— también prometieron una mayor facilidad para abandonar cómodamente la ciudad.

Muchos radicales utópicos esperaban que las nuevas tecnologías les permitieran escapar del sistema fabril y satisfacer sus propias necesidades en el campo. Como señaló Ralph Borsodi, uno de los principales defensores de ese antiurbanismo hipertecnológico, en su éxito de ventas “Flight from the City” (1933), “la producción interna(...) no solo aniquilaría la indeseable y prescindible fábrica al privarla de mercado para sus productos[SINO] que(...) convertiría [a hombres y mujeres] en dueños de las máquinas en lugar de en siervos de las mismas(...) los liberaría para la conquista de la comodidad, la belleza y la comprensión”. ¡Poco podía saber sobre el potencial de los espacios para “hackers”, las impresoras en 3D y los termostatos inteligentes! En la actualidad, cuando uno puede imprimir ropa, herramientas e incluso comida sin salir de su sótano la opción rural resulta todavía más atractiva.

Pensemos en “Open Source Ecology” [Ecología de código abierto], un grupo de entusiastas de la ciencia y la ingeniería radicado en Misuri que está desarrollando el Equipo de Construcción de la Aldea Global: un conjunto de herramientas fáciles de usar, como tractores y hornos de panadero, que servirán para organizar una nueva comunidad con poco dinero y en poco tiempo. Hoy en día, la proximidad a la cultura también es menos problemática, ya que los dispositivos de lectura y las tabletas pueden almacenar miles de libros, y YouTube y Netflix constituyen una fuente inagotable de entretenimiento e instrucción.

Con todo, está claro que la “aldea inteligente” bien podría caer en el “suburbio inteligente”, proporcionando todas las comodidades de la vida urbana pero ninguna de las formas de realización social y espiritual que parecen escasear en las ciudades. Un iPad, una impresora en 3D y un automóvil sin conductor no son constitutivos de una aldea inteligente: como ya descubrió una generación anterior de vapuleadores de la ciudad, sin reformas sociales y económicas, la capacidad emancipadora de la tecnología es muy limitada. Una impresora en 3D solo será liberadora si puede redundar en una mayor comodidad, pero siempre dependerá de un costoso suministro.

El otro peligro es que la “aldea inteligente” acabe siendo una réplica de la “ciudad inteligente”, pero con más árboles y pajaritos. Y eso también sería un error. El objetivo es desplegar la tecnología con sensatez —¡no por doquier!—, creando un ámbito espaciotemporal que se rija por normas distintas. La cuestión no es trabajar más en entornos más bonitos sino cuánto trabajamos.

La indagación en los ritmos temporales, las pautas de conectividad y los rituales laborales de la “aldea inteligente” debería llevarnos a reconsiderar la concepción actual de la “ciudad inteligente”: la eficiencia, la productividad y la solución de problemas por adelantado son objetivos loables para los déspotas hipertecnológicos y para jefes de ventas, pero las ciudades nunca se han preciado únicamente de albergar actividades comerciales. También han acogido actividades recreativas y de ocio opuestas al paradigma de hipereficiencia taylorista de la “ciudad inteligente”. Una urbe abierta al ocio no será menos “inteligente” que Singapur. Sería lamentable que los heraldos de la tecnología nos convencieran de lo contrario, eso si tenemos tiempo para escucharles. 

ENLACES
Geopueblos
http://www.geopueblos.com/
>
LECTURAS
¿Wi-fi en la naturaleza y en turismo rural o desconexión tecnológica?
Arturo Crosby | EFE Verde, 2014-10-02
http://www.efeverde.com/opinion/wi-fi-en-la-naturaleza-y-en-turismo-rural-o-desconexion-tecnologica-por-arturo-crosby/
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